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Carta a los y las legisladoras sobre la violencia obstétrica

Lunes 12 de diciembre, 2011.
01:15 pm
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Oaxaca, México.-El  médico Jorge Solórzano Arellano,  envió una carta a los y las diputadas del la LXI Legislatura local para abonar al debate  sobre la inicitiva de Ley para tipificar  la violencia obtétrica como parte del marco jurídico que garantice a las mujeres de Oaxaca una vida libre de violencia. A continuación texto integro de la misiva: Respetables Señoras Diputadas y Señores Diputados: Escribo a Ustedes con la finalidad de rendir testimonio como médico de lo que he visto y vivido respecto a la violencia obstetrica como profesional. Al tratarse de un texto que puede considerarse largo anexo una versión en PDF para facilitar su lectura. “….me metieron mano mas o menos 13 estudiantes, sentí vergüenza, bronca, me tapaba la cara con la sábana para que no me miraran”1 Dirigido con respeto a las Diputadas y Diputados del Honorable Congreso del Estado de Oaxaca. Mi nombre es Jorge Solórzano Arellano soy Médico Cirujano egresado de la Universidad Autonoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Durante 12 años me desempeñe como socorrista de la Cruz Roja Mexicana y en los ultimos 2 como Coordinador Estatal de Capacitación y Coordinador Estatal de Servicios Médicos, he colaborado en diferentes foros con la organización 9 lunas y fuí parte del comité revisor y diseñador de los protocolos para las tarjetas de consulta del libro “Parteras Cuidando Vida, Manual de Urgencias” escrito por Cristina Galante y Araceli Gil y publicado por 9 lunas con apoyo de Sedesol. Actualmente vivo en el Condado de Los Ángeles, California y estoy terminando mis estudios como TUM Básico en el Center for Prehospital Care at David Geffen School of Medicine en la Universidad de California Campus Los Ángeles UCLA. El motivo porque me dirijo hoy a Ustedes es debido a que quiero aportar algunos datos a su debate en torno a la tipificación de la Violencia Obstetrica en el Codigo Penal del Estado de Oaxaca. Empezaré relatando uno de los casos que más impacto han tenido sobre mi ejercicio como médico, el caso que comento tuvó lugar un fin de semana en el segundo trimestre del año 2004. En ese entonces me desempeñaba como médico pasante en el Hospital Rural No. 38 del IMSS Oportunidades, localizado en la comunidad de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca. Aquel día me encontraba de guardia en el servicio de Urgencias del hospital cuando una mujer llamó a consulta, era mujer tímida, de baja estatura, tendría aproximadamente 21 años de edad y tanto por su apariencia general tanto por su acento era evidente que era de extracción indígena vestía ropa deportiva abrigadora compuesta por un pantalón y chamarra y llevaba una toalla cubriendo la cabeza y la mayor parte del rostro. Le pedí que entrara al consultorio y noté que caminaba con gran esfuerzo, me entregó una nota que había sido escrita en una receta por un médico privado de su comunidad. La nota médica no proporcionaba mucha información de los antecedentes o de la condición de la mujer que en adelante llamaré Jimena para respetar su identidad. De la nota médica se rescataba el hecho de que Jimena había sido atendida dos semanas antes en nuestro hospital debido al nacimiento de su hijo. Una semana después, acorde a la nota médica presentó fiebre y escalofríos por lo que acudió a consulta con el médico que enviaba la nota. La paciente había sido tratada con Amikacina (antibiótico) que le era aplicada a razón de una ampolleta diaria y por la cual el médico cobraba $200.00 por aplicación según lo que Jimena me comentó. Aquel día se sentía peor de lo que había estado en días previos por lo que fue con su médico y este la remitió al hospital con la citada nota. Tras solo un par de segundos Jimena yacía inconsciente en la mesa de exploración y el abdomen expuesto mostraba una coloración entre pálida y amoratada presentando piel marmórea generalizada, inmediatamente mandé a llamar a las residentes de Anestesiología y Medicina Interna que estaban de guardia y que vinieron casi al instante. El hallazgo mas impactante fue que la colocar una sonda urinaria en lugar de orina clara drenaba un liquido extremadamente espeso, de color negro y de una fetidez que solo había presencia en los peores casos de gangrena que había atendido anteriormente. Después de conseguir un chofer para la ambulancia (en fin de semana los servicios auxiliares nos funcionaban al 100%) trasladamos a Jimena al Hospital General de Oaxaca, ahí fue ingresada a la Unidad de Cuidados Intensivos y jamás volví a saber de ella. Notifiqué al director del hospital del caso y en los meses siguientes al evento nunca supe de que se realizará investigación alguna en el hospital y que decir del médico que la trató durante la última semana previa al evento. No hubo responsables , el caso pasó como muchos otros desapercibido sin que nadie hiciera algo al respecto. No recuerdo que tras el evento alguien haya propuesto una jornada de capacitación para evitar problemas similares. Este caso que comento se presenta diariamente en muchos hospitales de nuestro Estado tanto públicos como privado sin que nadie tome medidas correctivas al respecto, el encubrimiento sistemático de los trabajadores de la salud ha hecho que la violencia hacia la mujer embarazada sea vista como “normal”. Teniendo como marco el Primer Informe Mundial de Violencia y Salud la Organización Mundial de la Salud define la violencia como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o una comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, daños psicológicos, trastornos del desarrollo ó privaciones.” Según el mismo informe la complejidad de la violencia no permite poder realizar una clasificación integral o que sea universalmente aceptada. En el reporte de la OMS establece muchos de los actos violentos no son denunciados o son enmascarados por una falta de definición clara de que constituye un acto violento. Esto deja en clara indefensión a las víctimas que sin un marco operativo claro no pueden ser protegidas contra la violencia que se ejerece contra ellas. Un ejemplo claro de esta situación es el hecho de que durante el siglo pasado los correctivos físicos en las escuelas eran ampliamente aceptados y podrían ir desde el uso de una regla, vara, cincha por parte de los maestros hasta el clásico jalón de orejas, patillas o nalgadas no sin ir acompañadas de calificativos o insultos. Debido a que las acciones violentas están vinculadas a la cultura de la sociedad de lo que es aceptable o no, estas manifestaciones pueden ser solapadas por largo tiempo antes de que sean tipificadas como conductas violentas que afectan el desarrollo integral de los individuos orillándolos a ser aún más violentos. Recordando la tesis de que “la violencia solo engendra más violencia” quedaría probado que un niño que es maltratado por un padre violento tendrá más probabilidades de ser un abusador o provocador que tenderá a abusar de aquellos que son más débiles o que tienen menor poder que él. En el documento Directrices Marco Para Afrontar La Violencia Laboral En El Sector De La Salud publicado conjuntamente por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Consejo internacional de enfermeras (CIE ), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Internacional de Servicios Públicos (ISP) del Programa conjunto sobre la violencia laboral en el sector de la salud se cita: “Si bien la violencia laboral afecta prácticamente a todos los sectores y categorías de trabajadores, el sector de la atención de salud corre un riesgo grave La violencia en este sector puede ser casi la cuarta parte del total de la violencia que tiene lugar en el trabajo. (Nordin, H., 1995)” Este documento establece por principio el reconocimiento de la alta prevalencia de la violencia laboral en las instalaciones del sector salud en sus diferentes denominaciones (Clínicas, hospitales, etc.) y propone una serie de estrategias integrales para disminuir la prevalencia de la misma. A pesar de que este documento fue publicado en el año 2002 a la fecha ha habido muy pocas medidas para corregir el problema ya que la difusión de estos documentos es aún muy limitada y son aún muy pocas personas quienes conocen de su existencia. En pleno Siglo XXI un ejemplo común que es visto en los hospitales de todo el país es el trato que reciben los estudiantes de medicina durante su internado de pregrado o residencia. Cuando se encuentran en la jerarquía inferior están sometidos al poder que ejerce el médico que se encuentra por encima de ellos. Ese poder radica en la amenaza de truncar su carrera si no aceptan el trato que se les da. Es clásico el caso del médico interno o del residente de primer grado que recibirán los tratos más denigrantes siendo insultados por realizar un mal trabajo o siendo castigados por sus superiores si hay algo que haya salido mal. Estos castigos van desde suprimir los privilegios para salir a comer o privarles de su libertad dejándolos de guardia por más tiempo del que les corresponde. Debido a que el interno en cualquier caso no tiene la experiencia en los procedimientos del hospital o nunca a desarrollado la habilidad para tomar una muestra especifica y comete un error cuando este error sea detectado por el médico titular llamara la atención al R4 pues dentro de la jerarquía hospitalaria un médico interno no tiene derecho a hablar con un médico titular, este castigo irá descendiendo hasta llegar al médico interno y su castigo generalmente será quedarse de guardia otro día más. En esta lógica si el médico ha estado de servicio por 36 horas continuas -muchas veces sin dormir- tendrá que quedarse de 12 a 24 horas más en servicio debido al error que cometió. El único consuelo que generalmente recibe un médico en esta condición por parte de sus superiores es que una vez que el internado se acabe y sea residente podrá desquitarse del trato que le dieron con los nuevos médicos internos que ingresarán después de él. Esta frustración se traducirá en muchas ocasiones en el trato que reciban los pacientes, y en otras tantas en la calidad de la atención que reciban. A pesar de que la prevalencia de la violencia en el interior de los centros de salud es más alta de la que los profesionales de la salud quieren admitir existen muy pocos o ningún estudio en nuestro país que haya documentado este fenomeno y los comentarios que hago arriba son basados tanto en mi propia experiencia como en la de muchos otros compañeros que han vivido el mismo trance. El estudio más cercano al que he tenido acceso fue desarrollado en la ciudad de La Paz, Bolivia y muy a pesar de que aparentemente es un país lejano relativamente y a la vez relativamente menos desarrollado que el nuestro las similitudes tanto en su programa académico en la carrera de medicina tanto como la problemática que existe en los hospitales. “Los internos de la carrera de Medicina, durante el desarrollo del internado rotatorio, percibieron agresión hacia su persona, señalando como presuntos agresores a las enfermeras y médicos de planta, la razón fue el exceso de trabajo, el tipo de conducta agresiva fue la PSICOLOGICA, SEXUAL y FÍSICO, motivados por abuso de poder y complejo de superioridad, el lugar fue la sala de visita y quirófano, la medidas de afrontamiento a conductas agresivas fue la de aceptar pasivamente la acción, no acudieron en busca de ayuda, no acudieron en busca de ayuda por miedo a las represalias, los síntomas durante la agresión fueron el de sentirse abandonados, impotencia, angustia, estrés, tristeza y depresión, con efectos en la salud mental, en sus interrelaciones familiares, en el rendimiento académico y en la comunicación docente asistencial. Nuestros resultados nos permiten establecer la prevalencia de maltrato y/o violencia en los centros de enseñanza asistenciales donde se desarrolla el internado rotatorio hacia el personal en formación “INTERNO”, al mismo tiempo verificamos maltrato hacia el personal de salud y hacia los pacientes.” (Mariscal-Palle, Navia-Molina y Cols., Maltrato y/o violencia: fenómeno de estudio en centros de enseñanza asistenciales-Internado Rotatorio de Medicina gestión 2005 – 2006, http://www.revistasbolivianas.org.bo/pdf/chc/v52n1/v52n1a07.pdf) Debido a esta práctica, que es común a pesar de que va contra la inteligencia natural, cuando un médico ya sea general o especialista se gradúa siente que se ha ganado la autoridad para ser un rector de la vida de los pacientes. El paternalismo que priva en la práctica médica lleva a pensar que las prácticas establecidas son indiscutibles y que por lo tanto no hay persona en el mundo que pueda cuestionarles sobre las mismas. La OMS detalla en el informe que las víctimas de la violencia no mostrarán el mismo patrón de respuesta al mismo tipo de maltrato, esto dependerá de la personalidad y la fortaleza de cada individuo tanto como al soporte social que le respalde (pareja, amigos, familia, etc.). Un indicador común para medir la violencia es la mortalidad en una población, sin embargo la OMS detalla que las cifras de las muertes violentas solo reflejarían una parte de la realidad, esto debido a que la mayoría de las veces el maltrato no conduce a la muerte de la victima y esta puede terminar con mutilaciones, problemas de salud, disfunciones sexuales y trastornos psicológicos que en la mayoría de los casos pasan desapercibidos o peor aún como normales. La OMS ha urgido a todos sus países miembros a tomar medidas preventivas y correctivas para identificar aquellos tipos de violencia que no han sido considerado y que siguen vulnerando a cientos de miles de victimas alrededor del mundo. Este exhorto no solo considera que exista una mejora en las prácticas de las comunidades sino que insta a las autoridades locales, regionales y nacionales a desarrollar un marco jurídico que evite que aquellos que ejercen la violencia queden impunes y evite que el circulo vicioso de la violencia se repita de manera infinita. En estos días que se discute la reforma de ley que tipifica la Violencia Obstétrica y que tantos grupos de trabajadores de la salud se promulgan en contra de la misma valdría la pena analizar con que autoridad hablan de algo que ven como cotidiano y totalmente normal e incluso proclaman esta ley como un “atentando contra el libre ejercicio médico”. Lo más cercano a una comparación sería que los padres abusadores se promulgaran en contra de la “Declaración universal de los derechos de la infancia” porque atenta contra su “libre ejercicio de la paternidad”. Un discurso tan patético y tan alejado de la realidad de nuestra sociedad y que en última instancia atenta contra la vida, la salud, el libre ejercicio de la toma de decisiones sobre la sexualidad y reproducción no debe ser considerado como definitorio de la toma de decisiones que afectarían a la mayoría. Oaxaca cuenta con 16,000 trabajadores en Servicios de Salud de Oaxaca de estos alrededor de la mitad estarán relacionados en la atención a pacientes (médicos y enfermeras de diversas categorías) asumiendo que todos ellos están en contra a la reforma del código penal -lo cual se aleja de la realidad- sería asumir que menos de 8,000 personas están decidiendo sobre el futuro de las aproximadamente 906,875 mujeres en edad fértil (acorde al Censo Nacional de Población y Vivienda 2010) que habitan el Estado. Esto se deriva toda vez que son las mujeres en edad fértil quienes están potencialmente expuestas a este tipo especifico de violencia. Aunque evidentemente estás cifras pueden parecer inexactas a falta de un mejor indicador tendríamos que usar este. La pregunta derivada es la siguiente ¿Es justo que una minoría 113 a 1 decida el futuro de estas mujeres? ¿Porque su futuro? Porque la violencia deja huella en la víctima, si bien es cierto que difiere de individuo a individuo también lo es que la violencia que se ejerce sobre nosotros nos deja marcados para siempre. Algunos colegios médicos exigen que se permita una autorregulación del ejercicio médico, que ya ha quedado demostrado es violento hacía sus iguales. Si permitieramos que esto ocurra y dejamos en sus manos sin restricción o condición alguna la vida y salud de las mujeres me queda una duda ¿Quien vigila a los vigilantes? Una ley que especifique que es y que no es aceptable para la sociedad es necesaria para que no ocurran abusos a quienes en ella viven y quien sería si no los representantes de esa sociedad los responsables de garantizar la protección de sus ciudadanos. En una sociedad como la nuestra en que la violencia es el pan nuestro de cada día desde la casa a la escuela, de la escuela al trabajo y regresando al seno de la familia no es extraño que el ciclo de la violencia regrese al momento mismo del nacimiento. Señoras Diputadas y Señores Diputados de la Asamblea Legislativa del Estado de Oaxaca, hoy en sus manos está el futuro de nuestra sociedad, no se trata solo de complacer a un sector de la población, se trata de erradicar la violencia desde el momento mismo del nacimiento, de permitir la presencia de la pareja o la familia para fortalecer los lazos de su unión, de la libertad de la mujer a besar, alimentar y demostrar su amor a aquel ser que ha esperado por meses para tener en sus brazos y compartirlo con intimidad y respeto, sin prisas ni interferencias de extraños por aquellos que ella quiera que estén presentes. Se trata de reconstruir el tejido de la sociedad que ha sido vulnerada sistemáticamente por prácticas médicas industrializadas, mecánicas que carecen de sentido ante las mismos colegios médicos internacionales como la Organización Mundial de la Salud o incluso la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia. Las mismas prácticas que son defendidas por “humanistas” reflejan en si mismas el lado más oscuro de la naturaleza humana: la búsqueda y ejercicio del sentirse superior y todopoderoso. Señoras y Señores legisladores agradezco que se hayan tomado el tiempo para leer este documento y les invito a que no se dejen intimidar y que prevalezca el derecho no solo de las mujeres embarazadas sino de las familias de ellas que tienen más derecho a compartir este momento que aquellos que sin conocer a la mujer intervienen en tan importante evento las más de las veces solo para humillar o maltratar más que para ayudar. “Hasta que no volvamos a ser capaces de observar un parto con el mismo respeto y ensimismamiento de quien observa una puesta de sol, no habrá evolución posible para esta especie porque en ella nos habremos perdido a nosotros mismos.” Jesusa Ricoy-Olariaga
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