Oaxaca, México.- Miles deturistas llegan a la capital oaxaqueña para pasar las vacaciones de SemanaSanta. Por aire o por tierra arriban para disfrutar de los distintos atractivosque se pueden hallar, tanto en esta ciudad como en las poblaciones cercanas. En el andador turístico un mar de gente se mueve hacia el norte y haciael sur, observan los edificios, eligen un lugar para tomar sus alimentos o paradisfrutar de una fresca bebida. En el zócalo, una romería se desplaza por los cuatro lados de esteespacio o se toman la foto del recuerdo frente a la catedral. Algunos ingresanal sacro edificio para hacer sus rezos o para admirar la majestuosaconstrucción, con sus imágenes religiosas, sus capillas. En tanto que otras familias entran al palacio de gobierno para apreciarel mural pintado por Arturo García Bustos, donde se pueden mirar distintasescenas de la cultura local o personajes como José Vasconcelos y AndrésHenestrosa. En los mercados, los visitantes inundan los pasillos, compran algunosrecuerdos y aprovechan para sentarse a tomar una horchata con tuna. Son tantosque hacia la una de la tarde se anuncia que la horchata se ha terminado. Hay un mundo de gente por las calles de Oaxaca. Vienen de la ciudad deMéxico, como esta familia de los López Pérez que cargan un paquete con mezcal,dos mujeres llevan consigo una bolsa de plástico en la que guardan artesaníastextiles y el niño una figura elaborada con un globo. Vienen también de Puebla, como la familia Osio Mendoza que no puedeocultar el gusto por recorrer estos rumbos, en el rostro de los cinco que lacomponen se dibuja una ancha sonrisa. Vienen de Veracruz, de Monterrey yCuliacán, lo mismo que de Estados Unidos y Japón. Son los paseantes que acuden para conocer los tesoros de Oaxaca, parallevarse el recuerdo de sus artesanías y sobre todo el oro de su gente, la manoamiga que siempre está tendida para recibir al mundo.