Oscar VALDIVIESO
Oaxaca.- Son mujeres normalistas utilizadas por las dirigencias de la Sección 22 como escudos humanos en acciones violentas y comisión de diversos delitos como el robo y extorsión encubiertos de lucha social. Es tal el grado de descomposición moral y humana en el magisterio oaxaqueño que ni siquiera en momentos de tragedia han dejado de delinquir.
Mientras miles de jóvenes de todas las instituciones públicas han sacado a relucir su solidaridad poniendo en ello entusiasmo y optimismo para apoyar a miles de personas con acopio de vivieres, las estudiantes de la Escuela Normal “Vanguardia” de Tamazulapan, optan por sacar dinero fácil en la caseta de cobro de Huitzo.
Cada automovilista debe aportar 50 pesos “la lucha” de estas mujeres, no hacerlo es enfrentar violencia verbal y hasta física de quienes educarán a la niñez oaxaqueña envenenadas desde las cúpulas gremiales de antivalores como el respeto así mismas y hacia los otros.
En estos días de tragedia, muchos de esos autos o vehículos de carga pesada transportan desde distintas parte del país ayuda en especie para la población damnificada en las regiones devastadas por el terremoto.
Sin embargo, lo bien aprendido no se olvida, y esta normalistas repiten ejemplarmente las lecciones de aplicar la violencia y deshonestidad para ser tan igual o peor que aquellos por lo dicen luchar en su contra.
Su actuar deja entrever cómo las élites gremiales de la Sección 22, se han convertido en una especie de proxenetas de las y los jóvenes normalistas a los que prostituyen como lo hace el crimen organizado y que rompería el alma de cualquier padre y madre de familia.
Qué paradoja tan cruel para esas y esos maestros que tienen hijos normalistas porque se han convertido en cómplices de los verdugos de su propia sangre, de su propia vida.
El caso Ayotzinapa lo dice todo, la desaparición de 43 jóvenes tiene como autor intelectual a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación al usar a los normalistas como primera línea de ataque en todas sus movilizaciones para la negociación económica y política de sus dirigencias con el Estado al que dicen repudiar.
Por eso no sorprende que también el actual el Comité Ejecutivo de la Sección 22 refrende que lo que menos que le importa es el pueblo de Oaxaca, aquel que los protegió y siguió incondicional en 2006 cuando las y los maestros fueron reprimidos por el Estado y que desde entonces, sin saberlo alimentó a un monstro que ahora le persigue como su peor pesadilla.